Serie de cuentos para niños III: Los Tres Cerditos

Serie de cuentos para niños III: Los Tres Cerditos
Había una vez tres cerditos que vivían en una pequeña casita con sus padres pero, a medida que iban creciendo, parecía que la casa se quedaba cada vez más pequeña para acogerlos a todos.
-¡No tenemos suficiente sitio! -exclamó un día su madre – ¡debéis marcharos y buscaros la vida por vuestra cuenta!
– Yo me construiré una casa para mí solito – dijo el primer cerdito
– ¡Y yo! – dijo el segundo
– ¡Y yo también! – dijo el tercero
El primero se construyó una casa de paja, el segundo lo hizo con estacas de madera y el tercero la construyó de piedra. Éste tardó mucho más que sus hermanos, pero resultaba más acogedora y confortable que la de estos.
– Un día, poco tiempo después de haber terminado la casa de paja el primer cerdito, oyó que llamaban a la puerta.
– ¡Cerdito, cerdito! por favor déjame entrar – dijo un enorme lobo negro, que quería comerse unas sabrosas chuletas de cerdo para el desayuno.
– No, no, ¡ni hablar!- dijo el cerdito, echando el cerrojo a la puerta de su casa de paja.
– ¡Entonces soplaré y soplaré y la tu casita derribaré! – gruñó el lobo.
Así que tomó aire e hizo exactamente eso, soplar con todas sus fuerzas, haciendo que la casita de paja volara por los aires como si nada, haciendo que el primer cerdito saliera corriendo y chillando a casa del segundo cerdito.
El lobo le siguió hasta la casa de estacas de madera y volvió a llamar a la puerta.
– Cerditos, cerditos, por favor, dejadme entrar – dijo el lobo pensando el jugoso trozo de tocino que le esperaba en el interior.
– No, no ¡ni hablar! – respondió el segundo cerdito, echando el cerrojo a la puerta.
– ¡Entonces soplaré y soplaré y la tu casita derribaré! – gruñó el lobo otra vez.
Y volvió a tomar aire y sopló con todas sus fuerzas. La casita de estacas salió volando por los aires como si fuera un vulgar fuego de artificio, haciendo que los dos hermanitos cerditos salieran corriendo hasta la casa de piedra que había construído su hermano.
El lobo les siguió y cuando alcanzó la casa de piedra del tercer cerdito gritó: – Cerditos, cerditos por favor, dejadme entrar – dijo mientras pensaba en los sabrosos jamones que le esperaban al otro lado de la puerta.
– No, no ¡ni hablar! – le contestó el tercer cerdito que echó el cerrojo a la gran puerta de roble que había puesto en su casa de piedra.
El lobo comenzó a reírse y les gritó: – ¡Entonces soplaré y soplaré y la tu casita derribaré!
Y así fue como el lobo tomó aire y comenzó a soplar, y sopló y sopló, pero por más que soplaba no consiguió mover ni una sola piedra de la casita.
– Caramba con este cerdito, qué casa tan resistente ha construído- gruñó el hambriento lobo- pero hay más formas de entrar que derribándola.
Así que buscó una escalera y subió hasta el tejado de la casita. No podía dejar de pensar: “tres cerditos para cenar, uhmm, qué ricos!!”. Y empezó a bajar por la chimenea.
Los tres cerditos oyeron las uñas del lobo arañando las paredes.
– ¡Dios mío! – gritaron el primer y segundo cerdito – ¿Qué vamos a hacer?
Pero el tercer cerdito estaba ocupado preparando la sopa en una olla sobre el fuego. Avivó el fuego y esperó tranquilamente a que empezara el borboteo de la sopa al hervir.
Cuando el lobo bajó por la chimenea ¡PLAF! cayó dentro de la olla hirviendo. Se oyó un grito muy fuerte: fue el final del malvado lobo feroz.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.